Este vez les traigo algo diferente, es el primer capítulo de una novela que escribí, espero que lo lean y me den su opinión. Un abrazo.
La graduación
Era un gran
día en Santillana del Mar, al menos para
mis compañeros de instituto, que desde
hace semanas no hablan mas que de la graduación, del baile, de la ropa que iban a usar y de lo emocionante que seria acabar
con esta etapa de nuestras vidas y comenzar el camino a la vida adulta. Todos
estaban emocionados por el cambio que nos aguardaba, ir a la universidad y
abandonar por fin este sitio, pero yo no estaba contenta, al contrario me
sentía realmente aterrada, lo nuevo para
mi no era sinónimo de emoción sino mas bien de terror. Además sabia que extrañaría mucho este lugar, para mí
era bellísimo, adoraba su clima frío y húmedo, sus cuevas prehistóricas, sus monumentos de gran antigüedad, sus
riachuelos y lo que más me gustaba era que no había gente nueva a la que
conocer, ya que solo tenía unos 2.000
habitantes y todos nos conocíamos, tenía
un toque muy especial; era como
si el tiempo se hubiese detenido, eso me provocaba un sensación de pertenencia
y de paz. Pero para mis amigos era un gran problema que tuviéramos que recorrer
más de treinta kilómetros para ir al cine o al centro comercial. Yo me sentía
diferente a los demás jóvenes de mi edad, me gustaba estar sola, leer y sobre
todo sentía un gran interés por las cosas
antiguas.
Era un día
bastante frío para ser Julio apenas se
colaban unos pocos rayos de sol por mi ventana,
deseaba con todas mis fuerzas caer desmallada en mi cama así no tendría
que asistir a la graduación y mucho
menos a la fiesta que organizaban mis padres, creo que invitaron a medio colegio,
para ellos era inexplicable mi falta de interés por las cosas que los jóvenes disfrutaban,
por eso se empeñaban en que me reuniera mas con gente de mi edad y la
fiesta era una ocasión perfecta para
eso.
Estando allí
tumbada en mi cama pensando en si existía alguna posibilidad de librarme de esa
pesadilla, sonaron unos nudillos en la puerta de mi habitación y me asustaron.
-Angela,
querida se te hace tarde, hay muchas cosas que hacer-dijo mi madre con voz
emocionada, ella era mi antónimo, tenía una hermosa melena rubia, unos enormes
ojos verdes, una figura esbelta, sofisticada, elegante y sobre todo muy
sociable a sus treinta y ocho años de edad era la envidia de muchas mujeres del
pueblo y en cambio yo, era más baja, muy delgada para considerar que tenía una
bella figura, de cabello ondulado o más bien desgreñado y color castaño rojizo
, ojos grandes color miel y mirada triste, como solía decía mi padre, mi tez no
era blanca como una muñeca de porcelana como la de mi madre, sino más bien como la de un fantasma, era bastante tímida, reservada y un poco
antisocial, lo cual le preocupaba a la distinguida señora Andrea, a mi padre no
tanto, al doctor Andreus Montenegro no habían muchas cosas que le preocuparan
excepto su trabajo.
-Voy mamá-contesté tratando de imitar su emoción, salí de la
cama directo a la ducha, no me gustaba mucho mirarme al espejo, pero ese día
sentía una necesidad de hacerlo quería ver si podía distinguir el cambio que
todo el mundo nombraba, quería encontrar algo que me dijera, Angela todo saldrá
bien, las cosas cambiarán en la universidad, pero allí estaba yo igual que
siempre o peor ya que tenía unas enormes sombras debajo de mis ojos de un color
malva profundo, la noche no había sido
muy buena había vuelto a tener esa extraña pesadilla donde perseguía por un
bosque desconocido a un hombre de cabellos dorados como el trigo y le llamaba
desesperada entre sollozos, había tenido ese sueños otras veces pero nunca tan
claro y no entendía por qué se repetía
¿que tenía que ver aquel hombre conmigo?.
Mientras me
vestía aun indecisa de ponerme el vestido que me había regalado mi madre para
la ocasión, porque no era ni remotamente parecido a mi estilo, era de gasa azul cielo, con tirantes y un escote en mi
espalda, lo peor era que jamás conjuntaría con mis zapatillas de costumbre sino
que me veía en la obligación de usar zapatos elegantes y medias, que horror.
Otra vez sonó
la puerta y era mi madre pidiendo permiso para verme y ayudarme a peinarme.
-Angela, por
Dios no pensaras ir así- me dijo horrorizada por mis ojeras y mi pelo recogido
con una simple coleta.
-Mama por
favor no quiero maquillarme, sabes que lo odio, y que voy a ser con éste pelo
que parece tener su propia personalidad-
-mi cielo
deja que te ayude te pondré solo un poco de maquillaje y te arreglaré el pelo,
hoy es un día muy especial, el fin de una etapa, a partir de ahora serás una
adulta y ya no mas mi niñita-lo dijo como si se lo creyera realmente, le miré a
los ojos y no pude negarme, ella estaba tan emocionada, que era demasiado cruel
no darle gusto.
Al terminar
de arreglarme me miro con los ojos empañados a punto de llorar y me dijo
_mi niña
estas preciosa- yo me sentía como un payaso, esa no era yo, mis pocos amigos no
me reconocerían.
Cuando baje
las escalera me sorprendió ver a mi padre, muy elegante y con una sonrisa de
oreja a oreja.
-Angela,
princesa, estas hermosa, déjame inmortalizar el momento- sacó su cámara y me
sonrió lleno de orgullo. No me gustaban nada hacerme fotos, quizás yo era la
rara, era imposible que ellos me entendieran, lo único que me hacía sentir
mejor era que dentro de dos meses iba a estar muy lejos de ellos para que
pudieran ver si me peinaba o maquillaba.
Sin remedio
posé para la foto y fingí una gran sonrisa, en ese momento sonó el teléfono- ya
voy yo, seguro es Estefany- salí
corriendo a coger el teléfono.
-Hola, si ya
estoy lista, yo también estoy muy emocionada- fingí, ella no dejaba de
parlotear al otro lado de la línea como de costumbre, era mi mejor amiga aunque jamás le había contado cómo me sentía en realidad, la verdad
es que creo no hubiese valido la pena, porque solo hubiese pensado que yo
estaba loca.
Ella y yo éramos
muy diferentes sin embargo habíamos sido amigas todo el instituto, yo la rarita
y ella la guapa, popular, sexy y extrovertida chica de melena lacia color
caramelo y ojos verde oliva, le encantaban las fiestas y aun mas los chicos,
había perdido la cuenta de sus novios, era muy liberal e independiente porque
prácticamente vivía sola, su madre
Estefania Martins era comercial de una multinacional y pasaba mucho tiempo
viajando.
-Angela,
¿estas allí? Te has quedado como ida, tú siempre en otro mundo-
-Si aquí
estoy te oía, claro-
-amiga me ha
llamado Sebastian está muy emocionado
con lo de tu fiesta casi no se lo puede creer, la verdad es que creo que piensa
que ésta es su última oportunidad, no sé,
porque nunca le has aceptado, ¡es tan guapo¡-dijo con un suspiro largo
al final, la verdad lo era, pero yo jamás lo había podido ver más que como un
amigo.
-Bueno
Estefany, tengo que colgar mis padres ya se desesperan, te veo luego.
-ya sabes,
querida piénsalo.
-¿que?._
-lo de
Sebastian, por supuesto, esta podría ser tu última oportunidad de no llegar
virgen a la universidad y además no sería con cualquiera y en una noche
especial y con uno de los chicos más bellos del instituto, no seas tonta- por
un momento lo pensé, quizás yo era un bicho raro y él a pesar de ser bastante
guapo, con sus grandes ojos azules y cabello oscuro y ese cuerpo tan atlético, tenía
dos años babeando por mí, que mas podía pedir, era realmente sexy, pero
enseguida lo descarté no sentía más que amistad por él, no era lo que yo
quería.
-Estefany me voy y déjate de tonterías.
-Vamos
Angela, es tarde- gritó mi madre.
-voy, voy-
casi me caigo al intentar correr con esos zapatos, no sé como algunas los
llevan todos los días.
¿Por qué yo
no podía ser como las demás chicas de mi clase?, pensar en la ropa, en los
chicos, sin dar tantas vueltas a las cosas, sin pesadillas extrañas y sin
esperar que las cosas fueran de un modo tan especial.
Allí estaba
yo sentada esperando oír mi nombre para recibir el estúpido diploma, tal vez en
ese momento sentiría la gran emoción de la que todos estaban hablando.
Por fin llegó
el momento – Angela Montenegro_ cuando escuche pronunciar al director mi nombre
el pulso se me aceleró y al subir sentí que las piernas me temblaban, que el
corazón me saltaba como un caballo galopando desbocado, la sangre me subía a la
cabeza y sentí un fuerte retortijón en el
estomago, sonreí y pensé, ¡será la emoción¡, pero a medida que subía me
daba cuenta que no era eso lo que sentía,
era terror, lo reconocí porque siempre me era fácil sentirme aterrada
como si en el fondo de mi corazón supiera que mi vida estaba destinada a un
trágico final. Alejé ese pensamiento de mi cabeza enseguida nunca entendía
porque siempre revoloteaba la sensación de tragedia a mi alrededor , tal vez
solo era una adolescente patética y cobarde.
El señor
Marqués me extendió la mano y me entrego con una gran sonrisa el diploma, yo le
di la mano temblorosa, el sonrió y me dijo -tranquila Angela es un gran día-
seguramente pensó que yo estaba realmente entusiasmada.
Por fin acabó
la ceremonia, todos estaban riendo o llorando, gritando, pero yo estaba igual
con ese mismo vacío en mi estomago, sin sentir ningún sentimiento ni de alegría
ni de tristeza, solo me dejaba llevar por los demás y trataba de fingir que era
tan feliz como el resto.
-Querida una
foto con tus amigos- sin darme cuenta ya estaba allí Sebastian con su gran
sonrisa poniéndome su fuerte brazo sobre mis hombros, no había manera de
rechazarlo sería una gran mala educada, del otro lado estaba Estefany con su
novio de turno David, también era bastante guapo con un estilo muy americano, creo que era de Canadá, la
verdad no lo sé, tenía unos ojos grandes y de un gris profundo, el pelo un poco
largo, rizado y rubio oscuro, con una nariz puntiaguda, era muy alto 1,90
quizás, a su lado Estefany se veía más pequeña, también estaba Vanesa no éramos
precisamente las mejores amigas, pero si buenas compañeras, era morena de pelo liso y facciones muy finas
y delicadas, la verdad me parecía bastante bonita, me llevaba bien con ella
porque era bastante discreta e introvertida, y no me incordiada con su cháchara
como lo hacía Estefany. El novio de Vanesa también estaba, era muy diferente a
ella ,la verdad, con ellos se demostraba lo de que, los polos opuestos se
atraen, él era escandaloso, pertenecía al equipo de fútbol, era muy grande, muy
sociable y rico sus padres eran dueños los únicos supermercados del pueblo.
Ellos cinco eran los componentes de mi gran grupo de amigos así que no entendía
como en la fiesta que ofrecían mis padres habían unos treinta y cinco invitados
eran treinta mas de los que yo hubiese soportado. Todos sonreímos y posamos
para la foto de mi madre.
-Adiós
Angela, hasta más tarde nos vemos en tu casa-
se despidieron Estefany y David, Vanesa y Daniel lo hicieron con un
simple movimiento de manos, Sebastian me pilló desprevenida y me estrujó entre
sus brazos clavándome un sonoro beso en la mejilla – nos vemos más tarde nena,
estaré contando los minutos- creo que realmente estaba ansioso y muy
esperanzado en lo que podía pasar esa noche, lo empujé delicadamente y le
dediqué un tímida sonrisa, creo que me sonrojé.
Antes de la
fiesta mi madre había reservado en un
bonito restaurante para que cenáramos los tres ya que decía que en la fiesta me
darían intimidad para disfrutar con mis amigos, como si el horror de la fiesta
no fuera bastante, tendía que pasar dos horas cenando con mis padres hablando
de lo bueno que sería la universidad para mi, de lo bien que me la pasaría, de
que conocería gente nueva y seguramente al hombre de mi vida. Como si eso me
fuera a hacerme sentir mejor.
Como yo
pensaba la cena fue una estrategia de mis padres para sacarme información sobre
lo que pensaba de la universidad.
-Angela,
querida porque te veo como preocupada deberías estar feliz, tú sabes lo que yo
hubiese dado por ir a la universidad y hacer una carrera exitosa, tú con todo
tu talento llegaras muy lejos, no sé porque te preocupas- mi madre me clavó una
mirada con los ojos llenos de confusión.
-mamá no me
preocupa nada más que el cambio, dejar la casa y conocer gente nueva sabes que
nunca se me ha dado bien- le respondí siendo totalmente sincera me asustaba el
cambio en vez de estar emocionada, deseaba con todo mi corazón poder quedarme
eternamente en mis ya conocidos 18 años, con mis pocos amigos y emociones.
La verdad me
sentía culpable mis padres estaban haciendo lo imposible para que yo me
sintiera feliz, como lo habían hecho
toda mi vida, pero no era capaz de serlo, a veces pienso que soy de otro
planeta un ser extraño incapaz de sentirme como el resto de los mortales,
siempre estoy como pez fuera del agua, siempre me siento rara.
- Angela, por favor casi ni has
probado tu filete, ¿no está a tu gusto? ¿Quieres otra cosa?
–
no
papá está muy bueno gracias, es que creo que los nervios me han quitado el
hambre.-
–
ja
ja Angi, no mientas, tú nunca tienes miedo-
Miedo no
¡terror¡ es lo que tengo, pero me callé no era necesario que mis padres vieran
lo loca que estaba.
Al fin
terminamos de cenar y volvimos a casa, voy a poder estar a solas una hora antes
de que empiecen a llegar los invitados a la gran fiesta.
No me molesté
en cambiarme de ropa, algo que a mi madre le molestó bastante aunque no me lo
digo con palabras su mirada bastaba.
El primero en
llegar fue Sebastian con Estefany y David.
–
Hola
princesa, como estuvo la cena con tus viejos, ¿tan aburrida como la mía?-
–
Bueno
no ha estado del todo mal- mentí descaradamente, pero él estaba más pendiente
de mi escote que de mi respuesta.
Estefany y
David me besaron cada uno a un lado con mucho cariño.
–
Ya
estamos aquí Angela así que prepárate para la mejor fiesta de tu vida- dijo
Estefany, mientras bailoteaba hasta la mesa de las bebidas.
Luego
llegaron los hermanos García, los saludé aunque creo que era como mucho la
tercera vez que les dirigía la palabra.
En solo media
hora el salón de mi casa estaba lleno de jóvenes deseosos de fiesta, yo no
entendía cómo era posible que siendo yo la persona más invisible del instituto
hubiera tanta gente, me imagino que era porque se alegraban de tener una fiesta
con buena música, comida y bebida gratis, no podía haber otra explicación.
-Estefany,
que raro que no ha llegado aún Vanesa-
-Es que tenía
que pasar primero por casa de Dany, creo que los padres le tenían un regalo a
ambos o algo así.
-ah ya.
-Angela,
¿bailamos?
-Sebastian,
ah no sé, seguramente terminaré dándote un buen pisotón.
-no seas
tontina, vamos, un baile no te matará.
-no, si no me
preocupo por mí, sino por ti, no quiero hacerte daño- creo que lo dije con
doble intención sabia que él tenía muchas ilusiones en que en esta fiesta
pasara algo entre nosotros, y aunque por la tarde me lo había planteado, sabía
que era imposible, él no era el hombre de mis sueños, ¡ literalmente¡.Antes de
que pudiera negarme rotundamente, me tiró del brazo a la pista y terminé dando
vueltas un poco fuera de ritmo.
-Nena, sabes
que siempre has sido muy especial para mí y que quiero que seamos más que
a....-
-lo siento,
Sebastian, voy a abrir la puerta, alguien llama.
-pero, Angi,
deja que abra otro.
Le solté
rápidamente, era mi mejor escusa para escarpar, sabia como terminaría esa frase
y no me apetecía rechazarlo directamente el día de la graduación.
Abrí la
puerta y era Vanesa y Dany.
-hola Angela,
siento que lleguemos tarde, pero no te lo vas a creer los padres de Dany nos
han regalado un viaje de una semana para
París, te lo puedes creer ¡París¡-
-es genial,
será una gran oportunidad de reforzar tu francés- que comentario más imbécil
ella seguro estaría pensando en lo romántico que sería una semana a solas con
su guapísimo novio y yo desvariando con el francés. Nunca la había visto tan
efusiva, ella siempre estaba calmada.
-ja ja eso es
lo que tenemos pensado practicar francés- dijo Dany con una sonrisa sarcástica.
El novio de
Vanesa no me parecía muy fiable era demasiado guapo y prepotente el típico
jugador de fútbol de instituto, la verdad no la veía con él para nada.
Me quedé
petrificada en la puerta después de que ellos ya estaban en la mesa de las
bebidas, que parecía el punto de reunión de todos.
-Angela, ¿que esperas?
–
a
vuestro acompañante, ¿no venia un chico detrás?- pregunté convencida de ello.
–
¡no¡
solo estábamos nosotros, ¿estas teniendo alucinaciones? ¡Ja ja ja¡
–
Está
un poco loca, siempre te lo he dicho Vane- le dijo Dany riéndose a carcajadas.
Cerré la
puerta aun mirando, juraría haber visto un chico alto de pelo rubio a unos
cuantos pasos de ellos, lo que me faltaba estaba alucinando, tal vez el
irritable de Dany tenía razón y estaba totalmente loca, traté de olvidar el
incidente y disfrutar de mi fiesta.
Después de un
rato ya me sentía más a gusto, charle animadamente de tonterías por aquí y por
allá, con gente con la que nunca había hablado, bailé otra vez con Sebastian,
también con David, que por cierto era un excelente bailarín, con Gustavo que ni
sabía que existía, y comí y hasta reí.
La fiesta
estuvo mucho mejor de lo que yo pensaba y se lo agradecía a mi madre, porque me
había relajado bastante y hasta llegué a pensar que todo sería genial como
todos decían y que yo terminaría siendo una joven totalmente normal.
A las tres de
la madrugada, se despidió Sebastian, después de ayudarme a recoger la basura, y
sobre todo después de que perdiera la última esperanza de tener algo conmigo
esa noche.
Estaba
contenta, la fiesta para mi sorpresa había sido un éxito, y además exhausta por
lo que dormiría a pierna suelta sin que me embargaran ninguno de mis
pensamientos autodestructivos sobre lo malo que sería la universidad para mí.
Estaba muy
cansada para ducharme, pero pensé que una ducha caliente me aseguraría un sueño
relajado, así que tomé uno bastante largo, hasta que terminé de quitar de mi
pelo todas las horquillas y la laca que me puso mi madre para domesticarlo y
todo el maquillaje se hicieron las 4 de la madrugada, así que seguro dormiría
hasta bien entrada la mañana.
La primera aparición.
Otra vez
estaba corriendo por una preciosa playa de arenas blancas y mar turquesa, el
sol brillaba intensamente y calentaba mi blanca cara, había una brisa marina
muy caliente que abrasaba todo mi
cuerpo, solo escuchaba las aves y las olas rompiendo en la orilla, hasta que
escuche un grito ¡Ales, Ales, Ales¡ ¡ no
me dejes estoy aquí¡ me desperté sobresaltada y sudando apenas eran las 6 y
afuera llovía a cantaros y entraba por mi ventana una brisa helada, no sé
porque sudaba. Era el mismo hombre alto, con un cuerpo escultural como un dios
griego y el pelo desordenado por la brisa y la velocidad con que corría a unos
cuantos metros delante de mí, que había visto en el umbral de mi casa. No
estaba asustada como cuando tienes una pesadilla sino desesperada, ansiosa y
algo triste, me desperté con esa sensación como quien persigue a alguien a
quien desea alcanzar, las manos me temblaban y el corazón me dolía de lo rápido
que latía. Me levanté y respiré profundamente contando hasta cien para
calmarme, ¿por que soñaba con alguien que no conocía? Y peor aun ¿por que perseguía a ese hombre?,
que es lo que me ocurre, ¿quien es él? ¿Por qué me siento tan desesperada? Si,
ni siquiera existe ese Ales, por lo menos no en mi vida.
Me quedé
pensando en la cama durante una media hora, no podía entender como ahora ese
hombre de mis sueños, también lo había visto en el portal de mi casa, y porque
nunca le había visto la cara, tal vez fuera un actor de alguna película que
había visto cuando era pequeña y que me había parecido hermoso y por eso soñaba
con él, tal vez hablar tanto de cambios
había traído un recuerdo de mi subconsciente, ya que llevaba soñando con
él las últimas semanas de clase, cuando de lo único que hablábamos era del fin
de la niñez.
No podía
conciliar de nuevo el sueño, a pesar de que me puse mis viejos audífonos con mi
canción favorita, la que siempre me relajaba cuando estaba nerviosa, pero lo
único que hacía era dar vueltas y vueltas en la cama, así que bajé a tomar un
vaso de leche, mis padres aun dormían plácidamente, el ruido de la lluvia se
intensificaba, me senté mientras la calentaba en el microondas, estaba oscuro
solo se veía la luz del aparato, mientras el vaso daba vueltas como una
bailarina en una caja de música; de repente allí estaba él mirándome en el
marco de la puerta, era sorprendente, blanco, con el cabello despeinado como en
mi sueño y tapándole los ojos, no podía distinguir su rostro, pero sabía que
era hermoso, estaba inmovilizada no podía dejar
de mirar, sentía que se me
cortaba la respiración, tenía el corazón desbocado, estoy soñando, pensé, pero
en ese instante el micromicroondas pitó y él desapareció, tomé el vaso caliente
en mis manos y como si estuviera sonámbula bebí un trago, estaba tan caliente
que me quemé la lengua, al sentir el dolor supe que no estaba soñando, estaba
totalmente despierta, no había sido un sueño, era verdad estaba allí frente a mí,
otra alucinación, un fantasma, un demonio, no, no podía ser un demonio, tal vez
un ángel aquella belleza no podía ser
algo malo, tal vez eran solo mis hormonas, Estefany decía que ser virgen a mi edad no era saludable,
quizás estaba necesitando un novio y mi mente que siempre había funcionado de
una forma bastante extraña me estaba fabricando uno, lo suficientemente
atractivo para mi gusto, porque los reales no cumplían las aspiraciones de mi
cuerpo, ¡ si definitivamente era eso¡ falta de un novio de carne y hueso, pero
eso iba a ser imposible porque no podía existir un humano de carne y hueso tan
hermoso. Me terminé mi vaso de leche con mi dolor en la lengua y una sensación
extraña y desconocida en mi cuerpo.
De nuevo en
mi habitación, me envolví entre las mantas de mi cama decidida a dormir ya eran
casi las 7 y yo no había pegado ojo, el cansancio me pasaba factura, así que me
rendí y dormí tranquila hasta las 4 de la tarde, creo que nunca había dormido
tantas horas seguidas sin despertarme sobresaltada por un mal sueño o por un
pensamiento extraño.